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Canoas sumergidas: investigación arqueológica de los wampo

Canoas sumergidas: investigación arqueológica de los wampo


Hasta 1971 los wampo se conocían sólo a través de crónicas españolas y relatos etnográficos. Ese año la historia y su estudio cambió pues ingresó al Museo Regional de la Araucanía el primer vestigio material que confirmó la existencia de la navegación mapuche desde tiempos prehispánicos.

La canoa provenía de la laguna La Flor, cercana al lago Colico, en la provincia de Cautín, y se extrajo del agua gracias a los trabajos de bomberos especializados en inmersiones. Referencias en la prensa local dieron cuenta de su hallazgo, sin embargo no hubo un proceso de intervención y restauración. En la actualidad esta canoa es parte de la muestra permanente de la institución y se conserva bajo condiciones adecuadas de temperatura y luminosidad.

En los últimos años, factores como el descenso de los cursos de agua, la revitalización de la cultura indígena y el interés de jóvenes investigadores por esta temática, han permitido recuperar restos materiales de canoas sumergidas en territorio lavkenche. Por ejemplo:

  • En 1991, en la ribera norte del río Maullín, se encontró una embarcación semi enterrada. La noticia se difundió por la prensa y llegó a oídos del alcalde de la localidad, quien realizó las gestiones para que formara parte del Museo Municipal, lugar donde se encuentra hoy en regulares condiciones de conservación.
  • En 1995 se halló un wampo en Lanalhue, el que se exhibe desde 2001 en el Museo Mapuche de Cañete. Fue el primero asociado a un lago costero y el único conocido que presenta popa, quilla y hueco para remo con proa rompe ola (Bahamondez y Valenzuela 2001).
  • En 1999 se descubrió una embarcación en el lago Lleu Lleu a 9 metros de profundidad. Donada al Museo Stom de Chiguayante, está bastante deteriorada, pues sólo conserva el fondo y una pequeña parte de la estructura aérea (Lira 2007, 70).
  • A inicios del 2000 se extrajo del río Trancura, comuna de Pucón, otra barcaza. Los descubridores fueron dos artesanos de flores en madera que la vendieron a un particular, quien consideró la importancia histórica de la pieza y la cedió en comodato a la Pontificia Universidad Católica, sede Villarrica, institución en la que se encuentra actualmente (Lira 2007, 90).

Aunque no se trate de un wampo, cabe mencionar el descubrimiento en 1996 de una dalca o canoa de tablones cosidos, rescatada casualmente producto de una fuerte baja en el nivel de las aguas del lago Chapo, provincia de Llanquihue. Fechada en el 460 A.P. es una de las más antiguas de la zona centro-sur y sus fragmentos forman parte de la colección del Museo Municipal Juan Pablo II de Puerto Montt (Carabias, Lira y Adán 2010).

A estos hallazgos se suman otras embarcaciones monóxilas descubiertas en Neuquén y Río Negro, Argentina. La primera se encontró en 1978 a raíz de un rescate subacuático en el lago Nahuelhuapi, y hasta 2008 las piezas similares encontradas en la zona alcanzaban las 15 (Braicovich y Caracotche 2008).

Los restos descubiertos confirman que estas canoas eran adecuadas a los ríos de esta zona, veloces y caudalosos, gracias a sus cascos sólidos y resistentes a los choques con rocas y troncos sumergidos.

Para los arqueólogos Carabias, Lira y Adán, la navegación fue un importante mecanismo de integración social y territorial, pues posibilitó un activo intercambio material y la generación de alianzas entre grupos humanos, como el caso de los pueblos serranos y pampeanos en tiempos prehispánicos (2010, 102).

En la actualidad aún es posible ver que la población mapuche se traslada en wampo en el lago Budi, en Lleu-Lleu y en Toltén, provincia de Cautín. Pese a que esta práctica tiene principalmente fines turísticos, su permanencia ofrece una oportunidad única para documentar el uso de las canoas.

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